Drama irresoluble
Poema licencioso
en medio de un comedor de empresa.
Un enorme comedor de empresa,
un enorme
comedor de mujeres,
donde hay que hacer cola
y sostener una bandeja,
e ir cogiendo los platos de uno en uno.
Hay mujeres de edad avanzada
pero también hay jóvenes,
aunque la mayoría tienen unos treinta y tantos,
tirando a cuarenta.
Tienen todas mucha clase,
van sutilmente maquilladas,
y visten elegantemente.
Son señoras,
de pendiente de perlas
foulard de cien euros,
y peinado de peluquería.
El hombre desnudo es el salero,
su esperma es el condimento,
le van llamando desde las mesas
para masturbarle
sobre los platos.
Lo hacen con mucha clase,
cogiendo la polla entre el índice y el pulgar,
agitándola breve y educadamente
hasta que se corre encima del plato,
o del cuchillo de untar.
El problema es que cuando el hombre desnudo se corre,
su orgasmo es auténtico,
muy violento,
y gime a gritos,
se agarra a cualquier cosa,
manotea y sufre espasmos,
vuelca las mesas,
dejándolo todo hecho un asco.
Poema lúgubre
se hace de un equipo de fútbol
(aunque no le gusta)
para que no piensen que es mariquita.
En la grada,
un bruto calvorota
le da un codazo en el hígado,
sin querer,
pero desde entonces sangra por dentro.
No dice nada, precisamente
para que no le llamen mariquita.
Ni siquiera cuando el hematoma
se extiende por todo su cuerpo
y tiene que disimularlo
usando polvos de talco.
Desde entonces su piel es violeta.
El hombre más patético del mundo
no se atreve a apagar la radio,
por miedo a que justo cuando la desconecte
ocurra algo gravísimo, algún suceso
que afecte a alguien conocido.
Se acostumbra a dormir con las voces
de los locutores, y sueña programas de madrugada,
donde una insinuante y adormilada voz femenina
escucha las tragedias
y sucesos rocambolescos
en los que se ve involucrada
gente rara.
El hombre más patético del mundo
está solo, aunque a veces,
en mitad de la noche,
le despierta la llamada
de una muchachita de quince años,
para reírse de él
a grandes carcajadas.
El hombre más patético del mundo
va a la iglesia
en busca de consuelo
pero al comulgar,
al impregnarse la hostia bendita
de su saliva
una fuerza sobrenatural
lo eleva por los aires
y lo arroja a través de una vidriera: dios no le ama.
Traspasado por esquirlas de colores
perforado por tiras de plomo
el hombre más patético del mundo
se desangra lentamente
sobre una zarza.
Problemas en Atapuerca
El hijoputa
No sé, si os digo la verdad este encuentro me ha dejado algo preocupado, me deja varios interrogantes. Como por ejemplo el ruido, ese crepitar que tengo todo el día en la cabeza, un sonido como de arrugar el envoltorio de un caramelo. ¿Será cosa del hijoputa? El psiquiatra dice que no, que se trata de una alucinación relativamente benigna que podría amortiguarse si consintiera en tomar la medicación, pero entonces ¿cómo es que a veces tengo que interrumpir una conversación con otra persona porque suena mi teléfono, y al otro lado oigo ese sonido de nuevo, ese crepitar? ¿Será él, que me llama y no habla, no dice nada, sólo emite ese sonido, ese restregarse el teléfono por las antenas, ese zumbar de élitros?
¿Será él quien me da instrucciones en sueños, sueños plagados de cánticos y símbolos freudianos, sueños en forma de musical donde los protagonistas cantan y bailan y miran a cámara y me dan instrucciones precisas de lo que debo hacer? ¿Será él quien ha hecho entrar en trance a los directores de todas las sucursales bancarias de España, en trance de ojos en blanco y boca abierta como la de un pez, en trance de treinta segundos exactos en los que cada director de sucursal de España transfiere seis céntimos de cada cuenta que existe a la mía para luego no recordar nada, sólo quedar un poco perplejo y desorientado pero sin tener ni idea de que ha participado en un trance fugaz y simultáneo que ha recorrido como imperceptible relámpago, como escalofrío, la piel de las finanzas españolas, pellizcando de cada poro lo justo para que nadie note nada?
¿Será él, el hijoputa, quien me ha dado instrucciones precisas en sueños para que invierta ese monto dinerario extra en un rifle de alta precisión, el mismo rifle que ahora empuño y a cuya mira telescópica tengo arrimado el ojo, el rifle que estoy apuntando y me dispongo a disparar?
LO DUDO MUCHO