Espina de cremallera

Él sabe hacerse crujir el cuello. Hay quien puede hacerse crujir los dedos y las muñecas, todo esto lo puede hacer él también, pero es especial porque además sabe hacerse crujir el cuello, de manera que parece que se lo rompe.

Se lo cruje en medio de una calle atestada, esperando a que el semáforo se ponga en verde, y se deja caer, desplomándose como cadáver.

Ella aparece entre la multitud, sollozando, profiriendo horrorizados alaridos. Se rasga las vestiduras y llora la muerte sobre el falso cadáver. Él abre un ojo, y sonríe.

¡Era broma! Ella no sabía aún su extraordinaria capacidad para crujirse.

Se levantan y se van de la mano. Los peatones han seguido pasando junto a ellos con paso apresurado, tanto cuando se ha simulado la muerte como cuando tiene lugar la resurrección. Les impiden, de hecho, caminar. Nadie les mira, pero todos les empujan, les piden permiso para pasar, todos quieren pasar a través de la pareja, no entre ellos, sino a través de cada uno de sus componentes. Disculpe ¿Me permite? Si no le importa…, mientras les hacen a un lado en todas direcciones, la suma de las fuerzas del dorso de sus manos, haciendo crujir sus costillas, retorciendo sus columnas vertebrales como al escurrir una bayeta.

Otra variante es que él, tras crujirse el cuello, en lugar de desplomarse haga como que se le ha pinzado un nervio, la médula espinal nada menos, el bulbo raquídeo, y no pare de patalear en el aire fingiendo perpetuo calambrazo. Ella puede fingir horror, si ya ha pasado por la broma anterior.

Resulta que el muchacho tiene la espina dorsal de cremallera. No es que la use como una cremallera, es que es una espina de ese tipo. Puede hacérsele bífida como no cuide su alimentación o haga deporte.

Cartoniano

Introducido en un ascensor de cartón. Cubierto de cartón, dijeron que por unas obras, pero cada vez lo cubrían más, el tubo fluorescente, el espejo, los botones, todo, hasta que se descubre que eran una banda de hampones amigos de lo ajeno, que habían sustraído las valiosas planchas de metal y cables del ascensor, dejando sólo la carcasa cartoniana. De ahí los bandazos y la fatal y estrepitosa rotura del suelo al sobrepasar el límite de peso.

Ser de cartón.

Aplicarse cada día tiras de cartón húmedas sobre la piel, para que poco a poco arraiguen y se disuelvan con la propia carne. Hasta que los huesos no sean más que tubos como de papel higiénico y la carne toda esté formada a su vez por capas de cartón corrugado.

Esto le convierte a uno en un ser versátil y adaptativo, toda vez que en seco se es de una extrema ligereza, pudiendo dar grandes saltos y ser arrastrado por un viento moderadamente fuerte, a la manera de esas “cometas” tan de moda en Viena últimamente; y en mojado tiene uno más peso específico, además de un reblandor que permite flexionar las extremidades en cualquier dirección. Tacto esponjoso, chapoteo a cada paso.

Además, y ya sea estando seco o impregnado de fuel-oil, puede uno arder en un momento, con sólo sostener una colilla o manipular una lupa demasiado a la ligera.

La cocaína

La cocaína
La cocaína
No yo no tomo
Yo no me junto con gente que
Porque mi madre me dice que no me junte
Con la gente de la cocaína
No es buena
Mi madre lo dice
La cocaína
Mi madre tomo mucha cocaína cuando era joven y
Si no hubiera tomado tanta
Yo no habría nacido
Le jodió la vida
La cocaína
La cocaína es mi verdadero padre.
Su polvo blanco
Tanto como se metió
Hizo las veces de esperma
Se lo metía, claro
Por el coño
La cocaína
Y le hizo grumo con los flujos vaginales
Le hizo argamasa
La cocaína
La fecundó y nací yo.